El máximo aprendizaje del ser humano es la convivencia en armonía. Para convivir en armonía es necesaria la participación activa de los individuos en el orden establecido.
Las normas que rigen un orden deben ser el producto de un trabajo compartido por toda la comunidad. El diálogo, la deliberación, la negociación y la concertación, son acciones necesarias en la definición de pautas para convivir armónicamente. Cuando el sujeto es partícipe de la elaboración de las normas por las que ha de regirse, estará dispuesto a ser partícipe de su cumplimiento. Así mismo todo sujeto está dispuesto a violar una norma en cuya elaboración no participó.
Las diferencias individuales, el derecho de los individuos a hacer de los errores situaciones de aprendizaje, la oportunidad de cambiar de actitud, la exigencia con dulzura y firmeza y la misión transformante y transformadora del ser humano, son entre otros, aspectos que merecen especial relevancia en este trabajo.